Descripción
Picasso se identificaba con la personalidad de Pierrot y Arlequín. A veces se pintaba a sí mismo en el papel de uno de ellos, en otras ocasiones vestía su traje o mostraba a personas cercanas a él con ese atuendo.
En la lectura del dibujo hay que tener en cuenta que, en la Commedia italiana, el Pierrot personifica al amante o pretendiente, y el Arlequín a la persona cuyos contratiempos hacen reír al público. Esta obra, por el contrario, presenta la situación inversa. El Arlequín es el que sonríe a Pierrot, una paradoja importante porque el Pierrot tiene rasgos que recuerdan al propio Picasso. Es el Pierrot el que aparece triste, preocupado y viejo. Evidentemente, no puede amar y, si lo intenta, puede esperar el fracaso. El Arlequín, en cambio, aparece con expresión irónica, burlándose de la desgracia del pretendiente. Pero, y aquí está la aparente contradicción de la composición, el Arlequín también nos recuerda a Picasso, aunque cuando era más joven. ¿Se estaba riendo el artista, con la doble representación, de su propia condición, de sí mismo, y comparando, como era característico en él, dos etapas de su vida? Ésta es una actitud que pocos poseen.